Durante el neolítico, la expansión ecuménica del género humano llegó, hasta cierto punto, a su término, pues todos los continentes quedaron poblados. Desde entonces, cada uno de los grupos étnicos, de muy diverso origen racial, fue elaborando sus propias formas culturales en el espacio que le había tocado. Baste notar que, por su naturaleza misma, todos los dominios culturales que se originaron aspiraron desde el principio a extender la esfera de su influencia y de su poderío hacia otros pueblos, hacia los ámbitos culturales “subdesarrollados”. En esta obra el autor analiza las consecuencias que para los pueblos de ultramar tuvo la expansión europea.
Rüdiger Schott