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Hay existencias
Cuando el imperio español en América -ese que había nacido al amparo del “descubrimiento” de un continente- se hizo pedazos, en la penosa gestión de una herencia colonial de tres siglos se dieron las condiciones para que sobreviniera otro “descubrimiento”: el de América por la Iglesia católica romana. La mediación de la Corona, puente de 300 años entre esas sociedades y Roma, se había roto.
Inició entonces un largo camino en el que se entrecruzaron saberes y prejuicios, abundaron choques ideológicos y los malentendidos. Por su parte, el gobierno pontificio se asomó a un continente cuyo común denominador era la herencia colonial, de catolicismo arraigado, fragmentado en unidades políticas frágiles pero orgullosas, de gobiernos inestable: atravesados por disputas territoriales, de naciones en construcción o en invención franca.
Elisa Cárdenas Ayala