Durante el siglo XVI el nuevo mundo fue para los europeos el lugar en que podrían realizarse los designiosde Dios, entorpecidos en Europa por la maldad humana. En nueva España todo parecía prestarse a tan alto fin: había gente nueva dispuesta como ninguna otra a oir la palabra de Dios y a seguir los caminos de una historia regida por la Providencia.
Daniel Ulloa