Enrique José Varona (1849-1933) cierra, con ademán de maestro, dos ciclos de tensión cubana. Sí, porque no sólo culmina en su obra la marcha del pensamiento filosófico que inicia el padre José Agustín Caballero en los dos años finales del siglo XVIII sino que, fuera de esa zona de cultura, Varona es también el término de una gran tradición: la de los cubanos guiadores, preocupados por la suerte del país. Nos interesa por esa doble significación: la de su enseñanza en filosofía y la de su tesonera actuación pública. En lo primero (hemos de verlo), a pesar de una maciza elaboración, no alcanza hoy mucha vigencia; en lo segundo está vivo su mensaje.
Medardo Vitier