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Hay existencias
Joseph de la Barrera expone en su «Dedicatoria» a la condesa de Paredes el propósito del festín con el que el convento de clarisas dispuso la ceremonia de bienvenida a la nueva virreina: «hazer ostentativo alarde de sus cariños y pública demostración de sus afectos». Aún resuenan los ecos de las «festivas aclamaciones de su felice entrada», por lo que los arcos diseñados por Sor Juana y Sigüenza son el referente sobre el que Barrera justifica la validez del ofrecimiento de las clarisas. El relator se confiesa «admirado a la métrica plausible armonía con que tantos canoros cisnes del mexicano parnaso se han empleado con lo sutil de sus gallardas plumas en repetir sus elogios».
Judith Farré (ed.)