En una época en que presenciamos el cuestionamiento, la aparición y la reelaboración sistemática de categorías identitarias que hasta ahora se suponían definitivas e inmutables, Solange Alberro expone una audaz propuesta para el proceso mexicano en donde el papel de la religión resulta no sólo importante, sino vital e imprescindible. La autora aborda las vicisitudes del surgimiento de una identidad específicamente criolla, en donde el factor religioso brindaba grandes posibilidades de discusión y difusión de opiniones e ideas.
Solange Alberro