El cuerpo vivo de ideas que constituye la doctrina del hombre, con su correspondiente estilo de vida, propio del pensamiento de Estados Unidos, está nutrido por permanentes corrientes de la Teología protestante con su secuela de modernas concepciones naturalistas y racionalistas. La historia del desenvolvimiento filosófico de los Estados Unidos ha eludido, tal vez sin quererlo, la consideración del hombre como tal aunque, sin embargo, está viva y presente en las preocupaciones moralistas y teológicas que forman una fuente oculta y densa de toda la vida cultural, social, política y racial.
Angélica Mendoza