No es un simple gesto de cortesía ni de afecto el que me ha movido a dedicar esta colección de ensayos a mis alumnos. Quizas hubiera sido más exacto llamarles compañeros, porque si alguien ha aprendido en las clases de historiografía de nuestro Centro de Estudios Históricos, he sido yo, sin duda alguna.
Ramón Iglesia